La iglesia… ¿Dirigida por el Espíritu o dirigiendo al Espíritu? (Parte II)

¿Apresuramiento?
 Después de proponer a dos candidatos y orar al Señor se echaron suertes, ésta recayó sobre Matías personaje que se pierde en el relato bíblico. Dos años más tarde, el mismo Señor Jesucristo intervendría en la historia de la iglesia llamando a Saulo de Tarso. Éste llega a constituirse en el apóstol de los gentiles, aunque no necesariamente dentro de los doce [ii] según algunos autores que consideran que el nuevo duodécimo discípulo tendría que ser testigo de la resurrección de Jesús según algunos argumentan. Sin embargo, vemos que en cuanto a su elección él mismo se remite como “Pablo, apóstol (no de hombres, ni por hombre, sino por Jesucristo y Dios el Padre…” (Gál. 1:1) En la iglesia primitiva el Espíritu Santo escogía a sus líderes principales como dice el texto “el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre” (Hech. 20:28) Vemos, al contrario, que en la elección de Matías no se ve al Espíritu dirigiendo este proceso.
La iglesia primitiva demostró apresuramiento en un asunto del cual no se les había encomendado resolver. Aunque, en el procedimiento se aprecian elementos espirituales, tales como citar las Escrituras e indicar al Espíritu como transmisor del mensaje divino, orar al Señor pidiendo dirección para escoger entre los dos mejores candidatos, se comete un error. A saber, se cae en echar suertes a la hora de decidir, aunque el propósito de este comentario no es centrarse en la discusión sobre “echar suertes” (ya que en el ministerio de Jesús y posterior a este incidente esta práctica no se menciona más en las Escrituras [iv]), entonces vemos que el resultado revela que algo no anduvo bien. En vez de seguir la indicación de Jesús (que constituía Palabra de Dios) y dejar que, en este paréntesis entre la ascensión y el Pentecostés, fuera el Señor quien tomara la iniciativa de este proceso es que se decide actuar apresuradamente dejando fuera al Espíritu.

Hoy, hemos de seguir las claras indicaciones mencionadas en las Escrituras, entonces, cuando oremos al Señor y tomemos decisiones en base a necesidades de la iglesia, tendremos la certeza de que estaremos siendo guiados por el Espíritu Santo. Consideremos:
“No es más posible elegir debidamente a un oficial de iglesia que predicar un sermón, sino por el Espíritu de Dios. Demasiado a menudo hay solo una votación en lugar de esperar la dirección del Espíritu Santo con oración, sustituyéndose así la voz del Espíritu por la elección de la voz humana”[v]


 [ii] Francois D. Nichol, Comentario Bíblico Adventista, t.6 (Boise, Idaho: Publicaciones Interamericanas, 1988), 135 

[iii] Simon J. Kistemaker, Comentario al Nuevo Testamento: Hechos (Grand Rapids: Libros Desafío, World Literature Ministries, 1996) 68-70, 72. Ver el argumento de Kistemaker sobre el tema del testigo ocular en el ministerio terrenal de Jesús y su resurrección y del porqué Pablo eventualmente no reuniría los requisitos para ser parte de los 12
.
[iv] Kistemaker avala que en el periodo entre la ascensión de Jesús y el Pentecostés los discípulos fijan las condiciones para el apostolado, oran pidiendo la dirección divina y echan suertes para averiguar la elección de Dios. Ibíd, 71

[v] LeRoy E. Froom, La Venida del Consolador, (Buenos Aires, Casa Editora Sudamericana: 2010), 81

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